“¡Oh Jehová, Señor nuestro, ¡Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo.” (Salmos 8: 1-2.)
Introducción.
Tenemos a un enemigo que no solamente es enemigo, sino que también es vengativo, el se quiere vengar porque una ves le dimos la espalda para seguir a Cristo.
Las palabras del Diablo vienen para enfermarte y debilitarte, el Diablo no fue lanzado solo, sino con sus ángeles también.
Si queremos segar al Diablo echémosle la sangre de Cristo.
Estrategias para hacer callar al enemigo.
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12: 10-11)
1. La sangre del cordero.
El Diablo quiere meternos en culpa, en juicio, que somos indignos, que somos gusanos, etc. Cuando el nos venga a acusar, solo tenemos que mencionarle la sangre del cordero y el huirá de nosotros.
La sangre es el sacrificio de Jesús, el precio de nuestra libertad, la garantía de nuestra victoria, si tenemos la sangre, tenemos sanidad, salvación, liberación, poder y perdón ¡eso significa que el Diablo esta derrotado!
2. La palabra del testimonio.
No hay victoria sin la palabra de Dios, la palabra que predicamos es nuestra arma de victoria, por la palabra tenemos poder, autoridad, argumentos, promesas, fe e identidad.
El enemigo solo puede derrotar a aquellos que no se nutren de la palabra de Dios, que no conocen lo que la biblia declara de nosotros, que nunca maduran en el conocimiento de Dios, la falta de palabra en la vida de un cristiano es falta de nutrientes espirituales, por lo tanto, son más propensos a los virus espirituales, como la murmuración, la crítica, el chisme, la negatividad, el pecado y la derrota.
La palabra es nuestra arma de dos filos.
3. Resistid firmes en la fe.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.”
(1 Pedro 5: 8-9)
El diablo no respeta flojos, el enemigo no juega a las escondidas, el anda buscando débiles, apáticos, personas sin fundamento, tibios en la fe, de doble moralidad, aquellos que no tienen una relación con Dios, recuerda que un león no come espíritu sino carne, si andamos en el espíritu no nos puede tocar, pero si andamos en la carne nos va a devorar.
Resistid no significa estar soportando nada más, sino hacerle frente, no dejar que el enemigo avance, no permitir que entre a tu territorio, sino sacarlo de tu lugar y demostrarle que somos más que vencedores en Cristo Jesús y que nada puede mover tu fe.
4. Recuérdale a tu enemigo su derrota vergonzosa.
“y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2: 15)
El enemigo no tiene argumentos contra ti hoy, todo lo que usará para acusarte será tu pasado, por lo tanto, debes recordarle tu futuro en Cristo y eso le dolerá, debes recordarle su derrota en la cruz y que en esa misma cruz se te dio la victoria a ti, por lo tanto, eres más que vencedor en Cristo Jesús.
Conclusión.
El enemigo seguirá buscando venganza porque le diste la espalda y ahora eres seguidor de Jesús, querrá destruirte, arruinar tu vida, matar tus sueños y tu fe, tu cabeza tiene precio en el infierno, hay un plan en tu contra para que traiciones a Jesús, pero no hay nada que pueda dañarte si estas firme en la fe, si estas cimentado en la palabra, si tienes tus ojos puestos en Jesús no hay nada que el enemigo pueda hacer en tu contra, pues tu estas cubierto por la sangre de Jesús y recuerda esto:
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8: 37)
Anthony Hernandez
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