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jueves, 28 de enero de 2021

No todos los burros son tan burros - Anthony Hernandez



-          El Burro del Rey
Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén, llegaron a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos. Jesús mandó a dos de ellos que se adelantaran. «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. En cuanto entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?” simplemente digan: “El Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”.
Los dos discípulos salieron y encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta principal. Mientras lo desataban, algunos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué están haciendo, por qué desatan ese burrito?». Ellos contestaron lo que Jesús había dicho y se les dio permiso para llevarlo. Así que llevaron el burrito a Jesús y pusieron sus prendas encima y él se sentó allí.
Muchos de la multitud tendían sus prendas sobre el camino delante de él y otros extendían ramas frondosas que habían cortado en los campos. Jesús estaba en el centro de la procesión, y la gente que lo rodeaba gritaba:
¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! (Marcos 11: 1-10 NTV)
 
-          ¿Quién era más burro: Balaam o el burro?
“A la mañana siguiente Balaam se levantó, ensilló su burra y salió con los funcionarios moabitas; pero Dios se enojó porque Balaam iba con ellos. Así que envió al ángel del Señor a pararse en medio del camino para impedirle el paso. Mientras Balaam y dos de sus sirvientes iban montando, la burra de Balaam vio al ángel del Señor de pie en el camino, con una espada desenvainada en su mano. La burra se apartó del camino y se desbocó hacia un campo, pero Balaam la golpeó y la obligó a regresar al camino. Entonces el ángel del Señor se detuvo en un lugar donde el camino se hacía estrecho entre las paredes de dos viñedos. Cuando la burra vio al ángel del Señor, trató de pasar pero aplastó el pie de Balaam contra la pared. Así que Balaam la golpeó de nuevo. Entonces el ángel del Señor se adelantó y se plantó en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar del todo. Esta vez cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo con Balaam encima. Entonces Balaam, furioso, volvió a golpear al animal con su vara.
Así que el Señor le dio a la burra la capacidad de hablar.
—¿Qué te he hecho para merecer que me pegues tres veces? —le preguntó a Balaam.
—¡Me has dejado en ridículo! —gritó Balaam—. ¡Si tuviera una espada, te mataría!
—Pero yo soy la misma burra que has montado toda tu vida —le contestó la burra—. ¿Alguna vez te he hecho algo así? —No —admitió Balaam.
Entonces el Señor abrió los ojos de Balaam y vio al ángel del Señor de pie en el camino con una espada desenvainada en su mano. Balaam se inclinó y cayó rostro en tierra ante él.
—¿Por qué le pegaste a tu burra tres veces? —le preguntó el ángel del Señor—. Mira, he venido a impedirte el paso porque con terquedad te me opones. Tres veces la burra me vio y se apartó del camino; si no, te aseguro que te habría matado a ti y habría dejado a la burra con vida” (Números 22: 21-32 NTV)
 
-          Jacob bendice a su hijo Isacar con la figuración del burro
Isacar es un burro robusto que descansa entre dos alforjas. Cuando vea lo bueno que es el campo
y lo agradable del terreno, doblará su hombro para llevar la carga y se someterá al arduo trabajo” (Génesis 49: 14-15 NTV)


Anthony Hernandez
www.anthonyhernandez.org
credoproducciones@gmail.com

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